Las personas somos seres sociales y las relaciones conforman una parte importante de nuestra vida.
Separar a la persona individual de su contexto no es posible. Y, dentro de este contexto es donde se encuentran las relaciones sociales. Nos relacionamos con diferentes tipos de personas y de maneras muy diversas y esto, tiene un impacto en nosotros y nuestra vida.
A raíz de las interacciones con las personas y experiencias construimos nuestra identidad y modo de actuar. Aprendemos sobre nosotros mismos, teniendo en cuenta cómo nos ven los demás, a valorarnos y valorar.
Por este motivo, es esencial reflexionar sobre las personas con las que nos relacionamos y el tipo de relación que mantenemos con estas, teniendo en cuenta todo nuestro entorno: cercano y no tan cercano.
Establecer relaciones estables, afectivas y seguras es de vital importancia para nosotros, nuestro desarrollo y nuestro mundo emocional.
Por ello, es normal que las relaciones que tenemos con nuestro entorno tengan un impacto sobre nuestro bienestar emocional, no obstante, también lo es que nos puedan perjudicar y generen sensaciones de inestabilidad.
Las relaciones significativas marcan en parte nuestra manera de ser y actuar. Marcas que nos ayudan a crecer seguros o, al revés, que nos limitan y condicionan en el resto de interacciones.